Hija de Luciano, de los Olegario, y Susa de Blas, de los Campiño, Carmen Sampedro (Ribeira, 1956) es la segunda de los cuatro hijos del matrimonio. Disfruta de una infancia feliz y en los albores de la juventud la luz se oscurece. El mismo día que apaga 15 velas en un bizcocho de galletas empapado en chocolate y jerez, muere su padre. Una garra le mancha el alma de luto y púrpura en una cicatriz que aún hoy la duele y la sacude.
Luego de terminar el bachillerato en el Colegio Galaxia, realizó un viaje celta a Santiago para ingresar a la Universidad, luego de pasar por el Instituto Rosalía de Castro. No sabía que este sería un viaje sin regreso definitivo a Barbanza.
Se graduó como maestra y comenzó a trabajar en el Colegio de Trinitarios de Noia. Autodidacta, perseverante y dotada de una capacidad casi bíblica para multiplicar el tiempo, Sampedro produce una obra prolífica con una sana ausencia de dogmatismo artístico y una falta de miedo a expresarse en una revuelta dispar de texturas, estilos y técnicas. Con la fuerza de su sangre salada, pone su arco al viento y, con determinación pero con respeto, atrapa el palangre con clasicismo, realismo, impresionismo, e incluso con pequeñas pero acertadas dosis de expresionismo.
Panta rei, todo fluye y nada permanece estático, afirmó Heráclito, el padre del cambio y la dialéctica. Sin la menor sombra de duda, el filósofo estaría feliz de conocer al artista locuaz e inquieto.
TeEn 2013 expone por primera vez en una muestra colectiva en Malpica. Desde entonces ha participado, tanto a nivel nacional como internacional, en 49 exposiciones colectivas y 6 exposiciones individuales. En 2019 despliega velas en los mares de la poesía. El reconocimiento es inmediato obteniendo el Premio del Concurso de Pintura y Poesía en el Camino. Es miembro activo de Galeoska (Galegos e Gallegas Koa Arte).
Texto de Olegario Sampedro ( publicado en La Voz de Galicia).